1° de Mayo: el origen del Día del Trabajador y la historia silenciada de los Mártires de Chicago
La lucha por las ocho horas laborales tuvo su punto más trágico en Chicago, en 1886, cuando una huelga masiva terminó con represión, muertes, un juicio fraudulento y cinco ejecuciones. Hoy, la fecha es un símbolo global de los derechos laborales y de la resistencia obrera.
Una lucha por tiempo, dignidad y justicia
El 1.º de mayo no es solo un feriado ni una jornada de descanso: es una fecha de memoria, conquista y sangre.
Su origen remite a una huelga histórica iniciada en 1886 en Chicago, donde miles de obreros exigieron algo hoy elemental: una jornada laboral de ocho horas. En aquel entonces, muchos trabajadores —incluidas mujeres y niños— cumplían turnos de hasta 16 horas diarias, sin descanso semanal, bajo condiciones infrahumanas y salarios miserables.
Ese día, más de 350 mil trabajadores salieron a las calles en todo Estados Unidos, con un lema que resumía su anhelo: “Ocho horas para trabajar, ocho para dormir y ocho para vivir”. Chicago fue el epicentro de las protestas. Allí, unas 40 mil personas protagonizaron manifestaciones pacíficas que, tras una brutal represión policial, derivaron en la llamada Revuelta de Haymarket.
El 4 de mayo, durante una protesta en la plaza Haymarket, estalló una bomba. Nunca se supo quién la lanzó, pero las autoridades culparon a ocho líderes anarquistas y sindicalistas, acusándolos de conspiración y asesinato. A pesar de la falta de pruebas, cinco fueron condenados a muerte (uno se suicidó en prisión) y tres a prisión. La sentencia fue política, no jurídica: el juicio, plagado de irregularidades, fue impulsado por el temor al avance de las ideas obreras y socialistas.
Los ejecutados —George Engel, Adolph Fischer, Albert Parsons y August Spies— y el suicidado Louis Lingg, pasaron a la historia como los Mártires de Chicago. Sus últimas palabras fueron declaraciones de principios, en defensa de la justicia social, la libertad y la igualdad.
En 1889, la Segunda Internacional —organización que reunía a partidos obreros y socialistas de todo el mundo— instituyó el 1° de mayo como el Día Internacional del Trabajador en su homenaje. Paradójicamente, en Estados Unidos la fecha no se conmemora: su “Labor Day” se celebra el primer lunes de septiembre, en un intento oficial de desvincular la jornada de sus raíces revolucionarias.
En 1893, el gobernador de Illinois, John Altgeld, indultó a los tres sobrevivientes del juicio y reconoció que las condenas se habían basado en “histeria colectiva y un juez parcial”. No se había demostrado ninguna conexión entre los acusados y la bomba, y sin embargo, se los ejecutó como un castigo ejemplar por su ideología.
Desde entonces, el 1.º de mayo es mucho más que una efeméride: es una reafirmación del derecho al trabajo digno, al tiempo libre y a la organización sindical. Es una fecha que nos recuerda que las conquistas laborales no fueron regalos, sino conquistas arrancadas a fuerza de lucha, coraje y sacrificio.